Pareciera que a medida que pasa el tiempo nos vamos desgastando, que cada vez nos cuesta más afrontar los desafíos y que las situaciones de la vida nos encuentran cansados. No obstante, la Biblia habla de que, en realidad, sucede justo lo contrario.

2 Corintios 4:16 dice que no desmayamos porque, aunque nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior se renueva cada día. Este verso nos da esperanza a todos aquellos que no nos sentimos tan jóvenes como antes. Los que quizás nos encontramos en medio de un año difícil. Los que buscamos seguir adelante aunque no siempre sea lo más sencillo o lo más obvio.

Desgastándonos para mejorar

Hay cosas que necesitan estar gastadas para funcionar. Por ejemplo, un guante de béisbol nuevo no tendrá el mismo agarre que uno que se ha amoldado a la mano del jugador más experto. Unas zapatillas de ballet nuevas pueden causar ampollas y molestias en los pies durante meses, antes de sentirse adecuadas para bailar.

Así sucede con nosotros, mientras pensamos que nos estamos desgastando, realmente estamos creciendo en nuestro carácter y mejorando en nuestro caminar cristiano con cada prueba, cada día, mes y año que pasa. Hay situaciones que parece que nos dificultan la vida, pero en realidad son para nuestro bien. Experiencias con las que al parecer seguimos batallando pero en realidad nos están perfeccionando.

Hay cosas que no cambian

En medio de todo este proceso, que es envejecer pero crecer en el Señor, vale la pena recordar que hay cosas que no cambian. El corazón de Dios es el mismo, y su grandeza también. A esta conclusión llegué después de escuchar la canción X SIEMPRE de Un Corazón.

En medio de temporadas buenas así como de las malas, podemos seguir clamando por avivamiento, podemos seguir adorando a nuestro Padre, recordando que su reino es para siempre y que mientras este mundo caído nos hace pensar que nos vamos debilitando, el Espíritu nos fortalece cada día.

Después de decirnos que día tras día nos renovamos, 2 Corintios 4, en los versículos 17 y 18 nos recuerda que la tribulación que vivimos en esta tierra es momentánea y que produce en nosotros un peso de gloria cada vez más excelente. Es por eso que miramos hacia las cosas que no se ven, pues son las únicas que duran para siempre.

Fuente: blog.canzion.com

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